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Trombosis, ¿El verdadero asesino tras COVID-19?

La evidencia emergente muestra que la enfermedad grave por coronavirus 2019 (COVID-19) puede complicarse con la coagulopatía, es decir, la coagulación intravascular diseminada, que tiene un carácter bastante pro-trombótico con alto riesgo de tromboembolismo venoso.


La incidencia de tromboembolismo venoso entre los pacientes con COVID-19 en la Unidad de Cuidados Intensivos parece ser mayor en comparación con lo informado en otros estudios que incluyen pacientes con otras enfermedades. El dímero D podría ayudar en el reconocimiento temprano de estos pacientes de alto riesgo y también para predecir el resultado.


Entre febrero y marzo de 2020, el Journal of Thrombosis and Hemosthasis ha publicado cuatro documentos que abordan la compleja y aún poco entendida relación entre COVID-19 y la trombogénesis. SARS-Cov-2 induce en casos severos una tormenta de citoquinas que finalmente conduce a la activación de la cascada de coagulación, causando fenómenos trombóticos. Existe un fuerte vínculo adicional entre los parámetros de coagulación anormales (dímero D y productos de degradación de fibrina) y la mortalidad. Tang y colaboradores describieron que el 71.4% de los no sobrevivientes y el 0.6% de los sobrevivientes mostraron evidencia de Coagulación Intravascular Diseminada (DIC), lo que sugiere que la DIC ocurre frecuente en COVID-19 grave. La frecuencia de DIC en estos pacientes es mucho más alta que la reportada para el SARS severo.


Los datos preliminares muestran que en pacientes con COVID-19 severo, la terapia anticoagulante parece estar asociada con una mortalidad más baja en la subpoblación que cumple con los criterios de coagulopatía inducida por sepsis o con dímero D marcadamente elevado. Las recomendaciones recientes sugieren que todos los pacientes hospitalizados con COVID-19 deben recibir tromboprofilaxis o anticoagulación de intensidad terapéutica completa si tal indicación está presente.


Conclusión: Seguimos aprendiendo de la fisiopatología de COVID-19, los eventos trombóticos parecen ser un efecto de mal pronóstico y digno de tener muy en cuenta. Se recomiendan evaluaciones de riesgo trombótico (clínico y genético) en todos los pacientes de COVID-19, así como seguimiento de indicadores clínicos en pacientes hospitalizados (dímero D).

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